Entrevista con Francisco Llancaqueo

Las dos primeras páginas de la entrevista.

Las dos primeras páginas de la entrevista.

No me había dado el tiempo de escribir una breve nota sobre la entrevista que le hice al peluquero Francisco Llancaqueo y que salió publicada en la revista Mujeres de Publimetro. La entrevista surgió a raíz de un texto autobiográfico que Llancaqueo publicó con la Editorial Catalonia, y que se llama De lo bueno mucho. Hice la entrevista un día lunes en el Le Fournil de Sánchez Fontecilla. Mi hijo Tony todavía estaba de vacaciones de invierno, así que después de la entrevista iríamos a pasear al centro y aprovechar de ver la exposición de fotos de Álvaro (pololo de mi hermana) a quien Tony cariñosamente llama Bayan (ha sido un acuerdo familiar que debe escribirse con B y no con V).

La entrevista se prolongó por más del tiempo que había presupuestado, y mi esposo y mi hijo tuvieron que esperarme en la Estación de Metro Tobalaba a que llegara. Ellos estaban entretenidos y yo iba feliz, porque tenía la certeza de que había sido una buena entrevista.

Cuando preparo una entrevista hago un largo listado de preguntas, sabiendo que muchas quedarán en el tintero porque los entrevistados no suelen disponer de mucho tiempo, lo que es, en parte, una pena, porque mientras más tiempo se conversa con alguien, mejor es el resultado, ya que se van dejando atrás las preguntas obligadas o empaquetadas y se puede profundizar más. Lo mejor, creo, es cuando las preguntas comienzan a ser dejadas de lado, y la entrevista se convierte en una conversación que fluye, especialmente si buscamos más bien un perfil que información a secas.

Después de esto, realicé un par de entrevistas más, que deberían salir próximamente, ya lo iré posteando. Por lo pronto, creo que debo poner en stand by la realización de entrevistas, porque estoy inmersa en unos intensos días de estudio, lectura y fichaje para mi doctorado; espero contar sobre eso más adelante.

Entrevista con Elizabeth Subercaseaux

entrevista_subercaseauxHace unas semanas atrás escribí sobre transcribir. Pasar en limpio una conversación grabada es una tarea dura, y que puede llegar a ser muy tediosa. Además deja en evidencia, porque te puedes dar cuenta de que preguntaste algo tonto o, peor aún, que ¡olvidaste preguntar algo! Estuve con Elizabeth Subercaseaux más de una hora en su departamento de Providencia. Al comienzo conversamos sobre su libro, fueron unas tres o cuatro preguntas que, finalmente, no incluí en el texto porque contaban cosas sobre su novela Clínica Jardín del Este, que era mejor guardar para mí y así no arruinar la sorpresa de los futuros lectores del libro.

Fue una conversación encantadora, disfruté mucho hablando con ella, escuchándola. Y el resultado de eso apareció esta semana en la revista Mujeres del diario Publimetro. La revista apareció en papel, pero también se puede revisar online (hagan clic ¡aquí!).

Transcribir puede ser un trabajo latero, pero el resultado, esa entrevista publicada y disfrutada, es un gozo. Además he recibido muy buenos comentarios que me han dejado muy emocionada. Espero que la lean y la disfruten.

¿Hay algo más tedioso que transcribir?

Transcribiendo una entrevista...

Transcribiendo una entrevista…

Cuando me dedicaba en forma exclusiva al periodismo, no existían los mp3. Siempre tuve en cambio grabadoras de esas que usaban casetes chicos. Todavía guardo algunos, imagino que con entrevistas que habían sido importantes para mí. De hecho, hubo una época hermosa en que solía entrevistar músicos por teléfono. Eran conversaciones telefónicas porque eran artistas de otros lados. Recuerdo una agradable conversación con Duke Erikson, guitarrista de Garbage, quien estaba al celular desde Inglaterra mientras yo tomaba notas desde las oficinas de Universal Music.

Pero ya en ese tiempo me había convertido en una experta en tomar notas de cuanto el entrevistado decía, porque me cargaba descasetear, es decir, gastar el doble del tiempo del que duró la entrevista en escuchar la cinta y transcribir. Hoy la palabra no es descasetear, la más reciente entrevista que hice fue la semana pasada, ya no en grabadora, sino en el mp4 que le regalé a mi esposo en navidad.

La entrevista fue un placer, conversamos durante largo rato de manera fluida, y salí de la cita con buen ánimo. Sin embargo, cada vez que me siento con los audífonos en las orejas, el tedio me cubre. En especial, cuando una y otra vez tengo que escuchar esa palabra que permanece prácticamente inaudible, porque la entrevistada se llevó la mano a la boca, o porque hubo un ruido fuerte.

Después del tedio de escuchar y volver a escuchar, de anotar casi sin fijarse en las palabras que se están escribiendo, queda hermosear la entrevista, quitar los errores, eliminar lo dicho más de una vez, escribir algunos párrafos que traten de dar cuenta de cómo fue la conversación o qué impresión nos dejó la entrevistada. Finalmente, no hay nada como ver el texto publicado y olvidar que alguna vez se trabajó en su transcripción.