«Disparen a la bandada»: el arte de no olvidar

Disparen a la bandada, de Fernando Villagrán

Disparen a la bandada, de Fernando Villagrán

Es dura la lectura de Disparen a la bandada de Fernando Villagrán. El libro relata –en parte- la detención del propio Villagrán después del golpe de Estado de 1973, pero más que nada es el relato detallado, minucioso y también descarnado, de aquellos integrantes de la Fuerza Aérea (Fach) que terminaron detenidos, torturados y sometidos a consejos de guerra por sus propios pares.

Es dura la lectura porque Villagrán no busca ocultar nada. Relata paso a paso la violencia que se ejerció en su contra en cada uno de los centros de detención por los que pasó, y también los momentos de calma y esperanza, como cuando –estando en el Estadio Nacional- recibía plátanos y chocolates de su familia, los que compartía con otros detenidos.

También es dura, porque es una narración impecable en términos literarios. Villagrán no reproduce un listado de sucesos, sino que arma una historia, en que llegamos a conocer los nombres que allí aparecen como personajes complejos. Su propia inclusión en la narración responde a una técnica estilística que maneja bien: ha sido un oficial de la Fach el que le ha salvado la vida a Villagrán y al amigo con el que fue detenido, mismo oficial que luego se convertirá en un detenido. El recurso de los caminos que se cruzan no es forzado, de hecho, nada en la narración es forzada, sino que fluye y, a veces, el relato llega a ser hermoso, lo que suma ese otro aspecto a la dureza de la lectura: ¿no es extraño que el relato a veces se vuelva hermoso? Esto ocurre, por ejemplo, cuando relata el intercambio de poemas y cartas entre el general Alberto Bachelet –mientras estaba detenido- y su esposa Ángela Jeria.

El relato de Fernando Villagrán tiene que ver con memoria y con emociones. También con el reconstruir una parte de la historia, siempre teniendo presente que las experiencias son vividas por gente real, en ese sentido, el relato es de una humanidad increíble a través de la reconstitución de escenas que por lo bajo se pueden tildar de difíciles. Pero Disparen a la bandada no es una novela, es un testimonio. La escritora argentina Nora Strejilevich propone con respecto a la literatura testimonial, el siguiente concepto: “el arte de no olvidar”. Hay conjunción de arte y memoria en el texto de Villagrán. Pero también hay una apelación implícita al lector justamente porque uno sabe que se trata de un testimonio. Así que, como decía en un comienzo, es dura la lectura de este libro, pero me parece indispensable.

Villagrán, Fernando. Disparen a la bandada. Crónica secreta de los crímenes en la FACH contra Bachelet y otros. Santiago: Editorial Catalonia, 2013.

Esta reseña apareció originalmente en el sitio web del Diario Publimetro, donde tengo una columna de libros semanal.

 

Aniversario de la muerte de Neruda

pablo_nerudaAyer se cumplieron 40 años de la muerte de Pablo Neruda, y no solo se trata de un número especial, sino también de circunstancias particulares, ya que su cuerpo fue exhumado para averiguar las verdaderas causas de su muerte. El poeta sufría de cáncer cuando murió días después del golpe de Estado de 1973, pero ¿fue esa la razón de su deceso? Algunos testimonios señalan que podría haber sido asesinado. Eso es lo que se está averiguando.

Lo que sí sabemos es que, a pesar de ser un poeta genial y haber recibido el Premio Nobel de Literatura, se le consideraba peligroso, supongo que esa es la palabra. Su casa La Sebastiana no solo fue allanada en varias oportunidades, sino que los destrozos provocados llevaron a dejarla cerrada por muchos años. Además sus libros fueron prohibidos y quemados durante la dictadura de Pinochet. Sus obras también fueron prohibidas por la dictadura argentina que rigió entre 1976 y 1983.

Escribí una columna sobre Neruda, abordándolo a partir de ciertas obras, de ciertos versos que apareció ayer en el sitio web del Diario Publimetro. La titulé “40 años sin Neruda, brevísimo recuerdo de sus versos”, aunque apareció con el nombre de “Aniversario Muerte de Neruda”; yo le hubiera puesto la preposición faltante, pero así son los medios. Pueden leerla en este link, ya que la subiré al blog más adelante

Para saber más acerca de las investigaciones en torno a la muerte de Neruda, es interesante este artículo de El Ciudadano, en que se entrevista a Manuel Araya, asistente de Neruda.

A propósito del 18

Este es el farol de papel que pusimos en la puerta del departamento, aquí gozando de un poco de frío matinal.

Este es el farol de papel que pusimos en la puerta del departamento, aquí gozando de un poco de frío matinal.

En un principio no tenía pensado escribir, debido a que esta semana se presentaba con largos días de asueto. En realidad ha sido agradable no tener que escuchar el despertador a las 6.30 de la mañana. Es un quiebre de la rutina, el trabajo, de lo que cotidianamente hacemos y eso es bueno. Me recuerdan las clases de Fidel Sepúlveda y cómo estas pausas que las fiestas masivas suponen son necesarias para seguir adelante con la vida diaria.

Estas fechas además suponen cierto desafío, cómo celebrarlas sin caer en los chovinismos que se enseñaron durante tantos años en los colegios, a propósito de la dictadura que en términos culturales intentó crear una identidad chilena de postal, en que impuso un baile nacional por decreto y estableció ciertos grupos musicales como paradigmas folklóricos y tradicionales. A mí, de hecho, me gusta bailar cueca, pero nada de esas tonadas con olor a autoritarismo; tampoco me gusta que se la imponga, nada más terrible que esas quejas de corte anual sobre que nuestras fondas tocan más cumbia que nada, como si las celebraciones tuvieran que tener solo ritmo de cueca; no tiene sentido. Por otro lado, la cueca no solo puede ser hermosa, sino también un instrumento de protesta y de reflexión, como la cueca sola que el conjunto folklórico de la Agrupación de Detenidos Desaparecidos mostró por primera vez en 1978.

Hace pocos días se cumplieron 40 años del golpe de Estado, y estaba pensando en eso y en el 18, mientras hojeaba Caminando se siembra, una selección de prosas inéditas de Gabriela Mistral que Luis Vargas Saavedra editó este año bajo el sello Lumen. Incluye varios textos sobre Chile, y en uno de ellos dice:

“El escudo nuestro, si ustedes lo conocen, tiene dos signos muy opuestos: tiene un gran cóndor y tiene un huemul. El huemul es una especie de venado medio desaparecido del territorio. Estos dos signos son muy opuestos. El cóndor es un ave de presa, de garra, tiene un ojo tan frío y tan duro que yo sé que se van a escandalizar con semejante ocurrencia, que para mí, dentro de mí, está emparentado demasiado con las águilas de Europa y, sobre todo, con las águilas de Alemania… El huemul, en cambio, es un animalito pequeño, lleno de gracia, que vive gracias a sus mañas, a escaparse siempre a tiempo en sitio de peligro en la Cordillera. Una vez escribí un artículo sobre nuestro escudo en el que dije que nosotros teníamos demasiado de cóndor y muy poco de huemul” (44-45).

Las palabras anteriores son parte de una conferencia que Mistral dio en 1938 en Montevideo, y qué sabias sus palabras en torno a Alemania, un año antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial. El artículo que menciona ella es una preciosura, además, y sobre aquel yo escribí años atrás mi primera ponencia, y es muy despierto en cuanto a la forma en que educamos a nuestros hijos y a nosotros mismos también. Creo que junto con celebrar hay que penar un poco también, no solo en qué país hemos sido, sino en que país queremos ser.