Los que no dormían: Memorias íntimas de tiempos oscuros

Los que no dormían. Diario, 1944-1946, de Jacqueline Mesnil-Amar

Los que no dormían. Diario, 1944-1946, de Jacqueline Mesnil-Amar

La lectura de Los que no dormían provoca muchos sentimientos, echa a correr recuerdos propios y también asociaciones. De hecho, es difícil no hacer el vínculo con las vivencias de mi país. El libro recoge parte del diario de vida de Jacqueline Mesnil-Amar, francesa de ascendencia judía, licenciada en literatura comparada, y que fue una de los tantos judíos franceses que sufrieron durante la ocupación nazi. El texto nos presenta sucesos, pensamientos, recuerdos también, de Jacqueline a partir de 1944. La ocupación alemana estaba completamente asentada, aunque ya próxima a terminar con la avanzada aliada. Ella y su hija han pasado a la clandestinidad, y su marido acaba de desaparecer, arrestado por la Gestapo. Mientras ella piensa qué será de él, ¿se habrá cambiado de ropa?, ¿le darán de comer?, ¿lo habrán torturado?, ¿estará vivo?; ella debe seguir el día a día, comprar el pan, cuidar de su hija, llevando una vida a medias, siempre preocupada y angustiada también, rezándole a un Dios en el que ni siquiera está segura de creer.

El diario es duro de leer, especialmente el recuento que hace de sus días en la clandestinidad, desde que Francia aceptó la presencia nazi. Relata cómo han ido de casa en casa, de pueblo en pueblo, buscando refugio, cambiando constantemente de nombres y llevando documentos falsos, obviamente falsos, mientras al mismo tiempo su marido y amigos trabajan para la Resistencia francesa.

El diario sorprende, por lo personal que es, por la angustia de no saber qué esperar del mañana; la alegría cuando se enteran de que los aliados están comenzando a liberar Francia, cómo empiezan a desaparecer los soldados alemanes de la calles. Pero también es un ejercicio literario increíble, ágil, profundo, y difícil, porque es difícil leer algo terrible, pero bellamente escrito. Algunos ejemplos: “Plaza de la Concordia, calle Boissy-d’Anglais: del Hotel Crillon y de todos los demás organismos alemanes se escapan fragmentos de papel calcinados que nos inundan; caen sobre nuestros rostros, nuestros cabellos, nuestros brazos” (9 de agosto de 1944). “Ahora nada podrá detener la fiebre de los parisinos. La ciudad es bella así, con sus magulladuras, sus humaredas, su desorden” (23 de agosto). Y “¿Por qué no estás aquí en esta noche inolvidable, bajo el cielo tan bello?, por qué no estás aquí por estas calles, en bicicleta, a mi lado, o aquí, en el balcón de nuestro amigo Jacques B., inclinado conmigo mirando el faubourg y París? Te llamo…” (25 de agosto).

El diario termina ese mismo 25 de agosto, y da paso a unos artículos escritos por Mesnil-Amar para un boletín, dando cuenta de que después del fin de la ocupación, y de la liberación de Francia, todavía quedaba una gran tarea por delante, de reconstruir no solo lo material, sino los quiebres personales y sociales que la guerra había traído consigo.

Mesnil-Amar, Jacqueline. Los que no dormían. Diario, 1944-1946. Santiago: LOM Ediciones, 2013.

Esta reseña apareció originalmente en el sitio web del Diario Publimetro, donde tengo una columna de libros semanal.

Querido diario…

querido_diario_01Cuando era niña, y creo que esto era especialmente cierto en Iquique, un regalo obligado en las fiestas de cumpleaños eran los diarios de vida. Los diarios y las cajas de música. Como la casa en que vivíamos en calle Baquedano era grande, se llenaba de amigos expertos en traer esos dos regalos. No recuerdo si los regalaba también cuando yo era la invitada. Cuando nos mudamos a Copiapó, los diarios de vida seguían siendo regalos vigentes, no así las cajas de música. Los tenía de los más diversos motivos, tamaños y algunos de hecho estaban repetidos. Cada entrada la titulaba “Querido Diario”, y la verdad es que escribía cosas más bien banales, cosas que hacía, más que pensamientos o sentimientos. Tampoco eran anécdotas apasionantes: no había aventuras ni jeans mágicos, solo la vida cotidiana. En el paso a la adolescencia tuve un diario que me encantaba, que no tenía llave, sino que era un grueso cuaderno en color pastel, que escribí desde la primera a la última página.

Con el paso de los años, la actividad escritural decayó, aunque siempre me han fascinado los diarios como formato y como objeto, razón por la cual he comprado varios a lo largo de los años. Esto ha incluido diarios de viaje, algunos más completos que otros, en los que sí ha habido aventuras y se han convertido también en una forma de descargarse de los malos ratos que algunos viajes han significado.

querido_diario_02Hace unos años atrás compré un hermoso everyday journal en Harrod’s, y traté de escribir ahí con alguna periodicidad. Lo estuve releyendo la semana pasada, por encima, al encontrarme con pasajes que no quería recordar, pero también con momentos excelentes. El texto se interrumpe en 2008: estaba casándome y en el segundo año de la Licenciatura en Estética, al mismo tiempo que trabajaba. Después todo sería una montaña rusa, con el nacimiento y crianza de Tony, la búsqueda de un hogar, y la maestría en Literatura. Todo ese tiempo intenso y maravilloso no quedó más que en mi memoria, y diría que en cientos de fotos y apuntes de clases.

No encontré por casualidad el diario, sino que lo busqué, ansiosa de volver a descargarme en palabras escritas. Hace una semana comenzamos la operación “quitarle los pañales a Tony” y ha sido intenso, porque él no ve la necesidad de dejar de usar pañales. Agotada, me puse a escribir de nuevo. Luego, dándole vueltas al asunto, me pareció que un blog también es una especie de diario de vida, uno que no busca que sus textos permanezcan en secreto, sino que los lea quien se interese. Debo decir que en la operación ha habido progresos, lo que hace que a los momentos de agraz se agreguen los de miel también. En cuanto al diario objeto, solo el tiempo dirá si pude dedicarme a él como me gustaría. Me propongo revisarlo a fin de año. Entonces veremos si se convierte en post.