Archivo, recuerdos y cómo presentar un curso

Una muestra de mi archivo personal

Una muestra de mi archivo personal

Ayer estuve en una charla dictada por Fernando Blanco en la Facultad de Letras UC. El tema era la ficcionalización del archivo en Centro América y el Cono Sur; es decir, cómo autores han incluido, por ejemplo, las comisiones de verdad y reflexión en sus escrituras y también el caso de la artista Voluspa Jarpa, quien ha incorporado los archivos desclasificados por Estados Unidos para sus más recientes manifestaciones y obras. La verdad es que no alcanzamos a abordar bien las obras, excepto lo de Voluspa Jarpa. Ya quedaba poco tiempo para explayarse sobre las acciones –y eso que la charla se prolongó bastante más de lo presupuestado-, porque gran parte del tiempo fue ocupada en la presentación del tema y el marco teórico.

La charla estaba basada en un curso que Blanco dictó en la Universidad de Bucknell, Estados Unidos, donde trabaja. Y su primera aproximación fue introducirnos en el sentido del curso, para lo cual leyó y explicó una verdadera ponencia, acerca de sus intereses, de dónde provenían y del marco teórico en el cual se basaban. Luego continuó con la problematización del archivo, abordándolo desde distintos teóricos, tanto aquellos internacionalmente validados por la academia, como Foucault, como investigadores latinoamericanos. También explicó por qué dicha conformación de la bibliografía.

Aunque he tenido excelentes profesores en mis ya varios años de estudio, no recuerdo alguno que haya sido tan organizado y prolijo para exponer su curso: no solo los contenidos prácticos –por llamarlos de alguna manera-, sino los fundamentos en que basa su investigación. Y no es que otros cursos carezcan de fundamentos o marco teórico, pero muchas veces se da por hecho; cuando es realmente importante conocer dónde está parado el profesor, desde dónde está hablando, en vez de simplemente entregar un párrafo con la descripción de un curso, que muchas veces es más bien neutra, como si no hubiera una ideología o un punto de vista en la elección y supresión de autores. Además que, dándole más vueltas al asunto, me pareció que eso tiene que ver también con el archivo: qué se selecciona para pasar a formar parte del archivo, qué permanece en secreto y qué simplemente se suprime, como si no existiera. En cuanto a la charla propiamente tal, me pareció interesante –entre muchos otros aspectos- el vínculo que Blanco realizó entre la formación del archivo y la formación de recuerdos: cada vez que se archiva y se recuerda, se selecciona, se reprime y se condensa; por eso –y esto lo agrego yo- ninguno de los dos es realmente “la verdad”, ¿no?

 

“Bajo la misma estrella” de John Green

Bajo la misma estrella, de John Green

Bajo la misma estrella, de John Green

Quizás a estas alturas muchos ya saben de qué se trata Bajo la misma estrella. Después de todo, ha sido un éxito –en el inglés original y sus traducciones- y ya anda dando vueltas el tráiler de su adaptación al cine. Yo misma vi esas imágenes antes de leerlo y debo agradecer que no sea muy explícito, porque cada página fue una verdadera y grata sorpresa. Tiene que ver, en gran parte, con los personajes que John Green fue capaz de crear, son tan deslenguados y divertidos, crudos y tiernos. Suena como si fueran contradictorios, pero ¿acaso la contradicción no es parte de ser personas? Hazel es la narradora, una joven con un cáncer a los pulmones tan avanzado que sabe que va a morir. La rodean otros personajes con distintos tipos de cáncer o bien afectados por esta enfermedad, pero no es una novela sobre tratamientos u hospitales, aunque los hay. Más bien tiene que ver con vivir cada día a la vez, de tal manera que la narración nos involucra en los momentos cotidianos –y especiales- de Hazel y Augustus, desde que se conocen en una reunión de apoyo. Digo que nos involucra porque la narración es muy íntima, no esconde nada, así que es como si estuviéramos dentro de cuatro paredes con los personajes, presenciando las acciones y no que nos fueran narradas. Una narración en primera persona puede obviar aquellas partes incómodas, duras, pero esta los abraza de manera intensa, sin descuidar el tono de una joven, aunque sea una tan precoz como Hazel.

“Hazel es diferente. Camina ligera, Van Houten. Camina ligera sin tocar el suelo” (299), la describe Augustus. Me quedó dando vueltas eso de caminar ligero, en especial en una cultura católica como esta que más bien piensa que uno lleva una cruz a cuestas. Paul McCartney le hacía frente a esa creencia en “Hey Jude”: “And anytime you feel the pain, / hey Jude, refrain / don’t carry the world upon your shoulders”. Cargar el mundo sobre nuestros hombros es metafórico; Hazel arrastra un carrito con el oxígeno que tanto necesitan sus pulmones y, sin embargo, camina ligera. Y ya que la cita que escogí menciona a Van Houten, tengo que hablar un poco acerca de ese personaje que es todo lo contrario de Hazel, parece que la presión del aire es mayor en su espacio. El personaje es el autor de Un dolor imperial, el libro que Hazel y Augustus prácticamente idolatran: lo citan constantemente porque se reconocen en sus líneas. Es tan importante dentro del texto que una casi se convence de su existencia, con lo que juega el propio Green desde un comienzo, al utilizar como epígrafe de Bajo la misma estrella un extracto de Un dolor imperial: “El Tulipán Holandés contemplaba la marea, que estaba subiendo”, comienza la cita. Dentro del libro la marea tiene que ver con el dolor que sube y baja. Como la marea, el dolor no vuelve a bajar dejando intacto todo aquello que tocó, sino que remueve, cambia y se lleva muchas cosas. No solo el dolor, sino que la vida también puede leerse desde la imagen de la marea. Pero Green se preocupa de que no sea la marea la importante, sino sus personajes –con sus momentos altos y los bajos- y esa complicidad que logran entre ellos y con el lector.

Green, John. Bajo la misma estrella. Chile: Random House Mondadori, 2013.

Esta reseña apareció originalmente en el sitio web del Diario Publimetro, donde tengo una columna de libros semanal.

Y sobre Bajo la misma estrella escribí anteriormente en este blog: ¿Nos dan lecciones los libros?

Una mujer fenomenal

Una de las páginas interiores del libro con la primera estrofa de Phenomenal Woman

Una de las páginas interiores del libro con la primera estrofa de Phenomenal Woman

El 28 de mayo murió Maya Angelou. No la había leído, aunque por supuesto sabía de ella, escritora, poeta, activista. Así que busqué en la biblioteca de la universidad qué había disponible y me encontré con dos títulos, ambos en inglés; los pedí los dos. Uno de ellos es su primer libro: I know why the caged bird sings. Es una autobiografía; a lo largo de su vida escribiría otros seis textos autobiográficos. Todavía no lo he leído, pero sí me encanta la sonoridad del título. Además, investigando más al respecto, di con un artículo escrito por su editora inglesa, quien recuerda cuando publicaron I know… en Inglaterra y la impresionante entrevista que dio Maya después: “Fue una entrevista conmovedora, audaz, y Maya habló de la parte del libro donde es violada a los ocho años y cómo ella quedó muda hasta que la literatura la persuadió de regreso al habla” (Lennie Goodings en The Guardian). Sabiendo eso, me doy cuenta de que la lectura debe ser tranquila, no apurada, por lo cual me tomaré mi tiempo.

El segundo texto que saqué es Phenomenal woman, un pequeño y hermoso libro. Es pequeño de formato, pero también porque contiene tan solo cuatro poemas, cuyo punto de unión es la “celebración de la mujer”; lo entrecomillo porque así dice el subtítulo: Four poems celebrating women. Como objeto es delicadísimo: la tapa tiene grabadas en cuño seco las iniciales de la autora y, bajo ellas, un diseño de grecas que se repite en las páginas interiores, aunque esta vez impresas. Tanto el papel de la edición como la tipografía escogida son especiales; el papel es texturado y de alto gramaje y la fuente se llama Bembo, que tiene su origen en una tipografía de finales del siglo XV. Me gusta el cuidado puesto en la edición, porque el contenido, esos cuatro poemas, son impresionantes.

El poemario comienza con “Phenomenal woman” e incluye también: “Still I rise”, “Weekend glory” y “Our grandmothers”. Son poemas íntimos, personales, con un yo poético orgulloso de ser la mujer que es, de sus ancestros y que tiene una conciencia clarísima del pasado terrible, de esclavitud y violencia, del que surgió. Pero se trata, asimismo, de un pasado que no pudo con ella:

Leaving behind nights of terror and fear

I rise

Into a daybreak that’s wondrously clear

I rise

Bringing the gifts that my ancestors gave,

I am the dream and the hope of the slave.

I rise

I rise

I rise (9).

La voz lírica de estos poemas habla desde su propia experiencia; es un yo que habla, además, por las otras mujeres que han compartido su historia. En el último poema, el yo se transforma en un ella, por cuanto nos presentará directamente a los ancestros de los que ha venido hablando en los versos previos: las abuelas. Las historias son más que conmovedoras, remecen, en especial porque no vienen edulcoradas. La hablante no vacila cuando habla de esas mujeres abusadas y esclavizadas en las plantaciones del sur de Estados Unidos ni cuando habla de las pocas opciones que deja la pobreza o cuando nombra los crueles términos con los que se las quiere vejar no solo físicamente, sino espiritualmente.

Y sin embargo, estos poemas son efectivamente una celebración de estas mujeres fenomenales, que, a pesar de todo, permanecen de pie, orgullosas, abiertas al futuro y la esperanza. En ese sentido, el ritmo musical, las rimas consonantes, hacen que los versos vibren, que fluyan, llenos de vida. El texto que le da nombre al poemario habla desde el yo, cuatro estrofas en que la hablante explica dónde radica su secreto, qué la hace fenomenal. En cada estrofa repite un mismo modelo: la gente, los hombres, las mujeres, se preguntan qué la hace especial. Luego ella enumera esas cualidades para terminar reafirmando que es una mujer fenomenal. A continuación, un extracto:

I say,

It’s the fire in my eyes,

And the flash of my teeth,

The swing in my waist,

And the joy in my feet,

I’m a woman

Phenomenal woman,

That’s me (4).

Y aunque son experiencias tan precisas de un grupo social y racial, Maya Angelou apela también a un grupo genérico, a las mujeres, a una hermandad. Sus versos invitan, suman y una se siente reflejada, si no en la experiencia real, sí en la fuerza de espíritu de la que rebosa.

“Las pulsaciones de la derrota” de Damaris Calderón

Las pulsaciones de la derrota, de Damaris Calderón

Las pulsaciones de la derrota, de Damaris Calderón

Este poemario de Damaris Calderón me ha dejado pensando en la palabra pulsaciones, es decir, los latidos producidos por la sangre que corre por las venas. La derrota, entonces, no es algo sencillo, sino que interfiere con la vida, con los latidos de nuestro corazón, se mantiene viva si no logra ser acallada y la forma de acallarla no es simplemente dar vuelta la página u olvidar, porque a pesar del tiempo las pulsaciones pueden seguir vivas. Calderón comienza el poema del mismo nombre de la siguiente manera: “Ella: ________” (90), como diciendo que ahí es donde debemos poner un nombre, tal vez el nuestro o el de mujeres que conocemos. Ella está contando una historia que se reactualiza en nuevas derrotas, nuevos sufrimientos.

El ser humano, y la mujer, ya que hay una clara conciencia de género en sus versos, es frágil, vulnerable, el mundo más allá del cuerpo propio es agresivo; sin embargo, permanece “El fiero rostro no domado” (91). En el poemario hay tanto trazas de la derrota como del levantarse de nuevo. Las primeras se observan en las mujeres que avanzan de espaldas y en la idea de desaparecer que recorre las páginas: que una desaparezca hasta que no quede recuerdo alguno, sino que todo haya sido borrado. Pero al mismo tiempo la hablante sacraliza a los derrotados, los pequeños gestos cotidianos. Así propone la figura de Pedro, quien, aunque negó tres veces, se convirtió en piedra de la iglesia.

Estas ideas son recogidas, en general, desde lo mínimo, poemas de versos cortos, en que el espacio vacío de la página se hace patente y puede ser leído también como aquello borrado. Es en esos versos cortados, separados, aislados, en los que Calderón logra una mayor tensión con la idea de la pulsación, la derrota y el desaparecer. En otros casos, alcanza casi un nivel de narratividad, en que las estrofas se convierten más bien en párrafos. En estos párrafos encontramos una voz que parece más propia, en el sentido de que pareciera que la hablante (¿o deberíamos decir la narradora?) está hablando más sobre sí misma, casi en forma de manifiesto, que sobre las pulsaciones de una derrota compartida desde antes de que este fuera Chile.

Calderón Campos, Damaris. Las pulsaciones de la derrota. Santiago: LOM Ediciones, 2013.

Esta reseña apareció originalmente en el sitio web del Diario Publimetro, donde tengo una columna de libros semanal.

Nota: Damaris Calderón ganó recientemente el Premio Altazor por su poemario Las pulsaciones de la derrota.