El ruiseñor y la rosa: la traducción toma un desvío

Una ilustración de Charles Robinson para EL Ruiseñor y la Rosa.

Una ilustración de Charles Robinson para El Ruiseñor y la Rosa.

No había leído “El ruiseñor y la rosa” («The Nightingale and the Rose») en inglés hasta unas semanas atrás. Sí lo había leído en varias oportunidades, en la época de colegio, en la universidad, siempre en español. Lo leí en inglés porque lo asigné para una clase sobre estructuralismo que hice hace un par de días. La clase es en  inglés, así que, por supuesto, debía aproximarme al cuento de Oscar Wilde desde su idioma original. Debo decir que la pérdida es enorme, que las traducciones que había revisado, no siguen el estilo de escritura de Wilde, que es fresco y actual. El relato sigue siendo hermoso, pero ha perdido, en parte, esa frescura. Así “From her nest in the holm-oak tree the Nightingale heard him, and she looked out through the leaves, and wondered” se transforma en “Desde su nido de la encina, oyóle el ruiseñor. Miró por entre las hojas asombrado”. Me pregunto por qué cambiar la forma en que Wilde construye la oración; pareciera haber una economía de recursos en la traducción al español. Y, por supuesto, está el “oyóle”, que le da a todo un sabor añejo; difícil creer que la edición es de 1981 y que Wilde publicó el cuento en 1888.

Más hacia el final el traductor ignora completamente el recurso retórico de Wilde: la repetición. Así convierte a “Bitter, bitter was the pain, and wilder and wilder grew her song, for she sang of the Love that is perfected by Death, of the Love that dies not in the tomb” en “Cuanto más acerbo era su dolor, más impetuoso salía su canto, porque cantaba el amor sublimado por la muerte, el amor que no termina en la tumba”. Yo no hubiera usado acerbo para traducir bitter, creo que tiene más que ver con harsh, pero lo que realmente me molesta es esa nueva decisión de ignorar la forma en que Wilde escribe, las estrategias retóricas que utiliza.

Sin embargo, el principal cambio en la traducción, la principal pérdida, es el cambio de género. The nightingale es una she en el cuento de Wilde, es ella. Pero en la traducción se transforma en un él. ¿Le habrá parecido al traductor que era más coherente porque hablaba de “el ruiseñor”? ¿Habrá creído el traductor que el género femenino en el  original no tenía ninguna implicancia? Probablemente. Pero la elección del género de un personaje no es un asunto trivial o neutral, especialmente si es el protagonista de la historia.

De momento, no es mi intención indicar cómo cambia la interpretación de un relato cuando la traducción toma un desvío, sino reflexionar respecto a que la historia puede ser básicamente la misma, pero la forma, el estilo, se pierden. Lo que sí sé es que me dieron muchas ganas de intentar mi propia traducción. Ya veremos. Por lo pronto, pueden revisar el original de Wilde –y apreciar el uso que hace del lenguaje y lo sonoro de su prosa-, haciendo clic aquí.

3 pensamientos en “El ruiseñor y la rosa: la traducción toma un desvío

  1. Le recomiendo la edición que hizo en 2000 la editorial Espasa Calpe. Por lo que he visto, la traducción parece más ajustada al original, al menos en las frases que usted ha comentado. Sin embargo, es curioso que también le endosa el sexo masculino al ruiseñor. Le felicito por su interesante artículo.

  2. ¡Qué oportuno comentario sobre este «detalle» inadvertido para quienes desconocemos el original! Por algo dicen los italianos aquello de traduttore, traditore. No es cosa fácil trasladar a otra lengua el contenido de una obra (las palabras arrastran consigo toda una cultura) pero sin duda en los ejemplos citados faltó más criterio. Más tratándose de un artífice excepcional como Wilde. Eso sí, el caso del ruiseñor es muy difícil; cierto, es un ave simbólica en la literatura europea (recuerdo las menciones de los alemanes románticos a die Nachtigall, que es tan femenina como Nightingale y lleva al concepto «noche» adosado a su propio nombre) pero en español está firmemente establecido «el Ruiseñor». A la cantante Rosita Serrano le conservaron su apodo «el Ruiseñor chileno» (recibido en Alemania con género femenino) sin inmutarse por el cambio de género.
    Estupendo blog, por cierto. ¡Felicitaciones!

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