Juego de niños

Mi hijo Tony jugando en la plaza.

Mi hijo Tony jugando en la plaza.

El título de esta entrada es el mismo de un texto de Robert L. Stevenson, el autor de La isla del tesoro. Adoraba ese libro cuando niña, los piratas, las aventuras, el niño que emprende un viaje en forma independiente, algo que difícilmente se me habría ocurrido hacer, aunque años más tarde emprendiera sola algunos viajes. Estuve releyendo este ensayo de Stevenson, porque es parte de la bibliografía que reviso para mi proyecto de tesis. Lo había leído hace varios meses atrás y quería recordar algunos de los temas que trataba.

Estos últimos meses he leído muchísimo sobre infancia. Algunos de los libros han sido textos áridos con mucha información, pero con una prosa más bien seca. Uno casi me volvió loca por la profusión de comillas, prácticamente cada palabra o término estaban entrecomillados. Pero este de Stevenson es un placer de leer. Lo que hace el escritor es exponer las diferencias que él considera existen entre niños y adultos. En una sección destinada a los sentidos, plantea básicamente que estos se van sofisticando a medida que se crece, y que esa es la razón por la cual se pasa del “exceso de azúcar” en la infancia a probar y disfrutar otro tipo de comidas; o de embelesarse en el canto de un pájaro a “la emoción que el hombre siente al escuchar la música articulada”. Para el autor escocés, hay muchas ventajas en dejar la niñez atrás y convertirse en adulto, desde olvidar los temores que provocaban elementos como las cortinas del dormitorio, hasta gozar de las obras de Shakespeare.

Robert Louis Stevenson

Robert Louis Stevenson

Aunque en un principio pareciera que Stevenson no aboga –por así decirlo- por la infancia, destaca la capacidad de jugar de los niños, de construir castillos en el aire y usar una silla como si fuera un castillo. Una capacidad que, ciertamente, los adultos van perdiendo. Me recuerda a esa típica historia que cuentan los padres: le han comprado un  súper juguete a su hijo o hija, y él/ella prefiere jugar con la caja de cartón en la que venía. Finalmente, Stevenson ruega a los padres que no apuren el fin de la infancia de los hijos, que les permitan quedarse en ella por el mayor tiempo posible, en el fondo, que jueguen –y experimenten- mucho antes de que tengan que ir a sentarse en una oficina y que todo lo que se valora sean las cosas reales y tangibles. Mientras escribo esto, mi hijo Tony está buscando sus bloques para armar un castillo y un túnel, preocupado solamente en jugar.

** “Juego de niños” aparece publicado en el libro Apología de los ociosos y otras ociosidades (Editorial Laertes), que contiene varios ensayos del autor de La isla del tesoro y El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hide. “Juego de niños” (1878), cuyo título original es “Child’s play” apareció en el libro Virginibus Puerisque, and other papers de 1881. En este libro aparecen también otros de los ensayos de la versión en castellano que mencionaba más arriba: “An apology for Idlers” (1877), “El Dorado” (1878) y “The English Admirals” (1878).

De ensayos y otras adicciones

Estudios de poesía. Cartas poéticas, otros poemas largos y poesía breve, de Cedomil Goic.

Estudios de poesía. Cartas poéticas, otros poemas largos y poesía breve, de Cedomil Goic.

Dedicarse a la lectura de ensayos, parece a primera vista algo muy académico, una labor ligada al estudio en la universidad. Y en cierta medida es así, ya que la mayor parte de los que he leído ha sido ligada a mi actividad universitaria. Pero mi historia ensayística es de largo alcance. Escribí mi primer ensayo cuando tenía quince años, y giraba en torno a las Crónicas de Narnia de C. S. Lewis. Fueron ensayos escritos por él los primeros que disfruté, y también uno sobre Hamlet, todo cuando estaba en el colegio. En esas líneas anteriores, ya van algunas de mis adicciones de lectura; a las que ahora debo añadir los dos libros a los que dedico esta columna.

Las últimas semanas he estado repartiendo mi tiempo lector entre la lectura de unas novelas y la de dos libros de ensayos. El primero es Estudios de poesía (LOM Ediciones, 2012), que reúne estudios del académico Cedomil Goic. Los textos, si bien se centran en poetas y poesías, son variados. Para comenzar cubren un periodo que va entre 1957 y 2010, los que de paso dan cuenta de una carrera larga, prolífica y relevante para todos quienes nos dedicamos a las letras. Son interesantes las extensiones de esos estudios, ya que se pueden encontrar unos más bien breves, como uno de mis favoritos: “Cadenillas en la poesía de Gabriela Mistral”, que permite descubrir otros aspectos, de hecho, no había pensado en las cadenillas antes de leerlo, y son hermosas. Varios de los estudios se centran en Mistral, y también los hay sobre Gonzalo Rojas, Pablo Neruda, Nicanor Parra y Enrique Lihn. Debo llamar la atención acerca de que la lectura de estos textos no es simple, porque en muchos casos el análisis es muy técnico. Sin embargo, eso no impide disfrutar de indagar en los escritos poéticos. Así dice sobre “Una nota estridente” de Lihn: “Ahora, viajero en Europa, cuando la primavera sigue invariablemente mostrando sus encantos, en su estancia en los suburbios de Nápoles, el poeta testimonia, poesía de paso, las formas de su nueva poesía. La invasión de las ruinas del templo –la casa sagrada de la poesía tradicional, cosa del pasado en ruinas- por los gorriones [las nuevas voces estridentes y agresivas], intrusos que no hay manera de expulsar” (260).

Nietzsche y el pensamiento político contemporáneo, de Vanessa Lemm

Nietzsche y el pensamiento político contemporáneo, de Vanessa Lemm

El segundo libro sigue otra senda. Se trata de Nietzsche y el pensamiento político contemporáneo (Fondo de Cultura Económica, 2013) de la doctora en Filosofía Vanessa Lemm. El libro está compuesto de ocho ensayos en que la autora se sumerge en el pensamiento de Nietzsche, poniendo en cuestión la opinión de otros estudiosos y también de ciertos lugares comunes, de manera que la lectura resulta innovadora y alejada de cualquier idea que haya aprendido sobre Nietzsche en los cursos de filosofía en que lo estudié. En este camino se centra en los conceptos de aristocracia y biopolítica. En el prefacio Germán Cano (especialista en el filósofo alemán) plantea que este no es un libro para expertos en Nietzsche, y aunque su lectura requiere, por lo menos, de ir acudiendo de tanto en tanto a google, por el diálogo fluido de la autora con corrientes y teóricos, concuerdo con eso. De hecho, luego de leerlo, me parece que no solo permite acceder a Nietzsche, sino reflexionar sobre temas que sacuden nuestra existencia en sociedades como esta, al preguntarnos acerca de cómo está organizada nuestra vida política, cómo es nuestra democracia, cómo mujeres y hombres podemos insertarnos en ella, cuando todo parece estar en continuo vaivén. En este punto, creo que es crucial dejar algunas palabras de Lemm: “La libertad en este argumento no es algo que pertenezca al animal humano en su relación consigo mismo, sino que, de manera más fundamental, es algo que se experimenta en relación con el otro. Esto explica por qué el punto de partida ‘más alto’ en Nietzsche es siempre un descenso o caída del yo ante el otro, y no un elevarse del yo sobre el otro” (132).

Goic, Cedomil. Estudios de poesía. Cartas poéticas, otros poemas largos y poesía breve. Santiago: LOM Ediciones, 2012.

Lemm, Vanessa. Nietzsche y el pensamiento político contemporáneo. Santiago: Fondo de Cultura Económica, 2013

Esta reseña apareció originalmente en el sitio web del Diario Publimetro, donde tengo una columna de libros semanal.