Me parece que la situación de las mujeres en Chile no es algo de lo que se hable realmente. Incluso los femicidios parecen ser minimizados. A algunos les basta con decir que Chile ya no es un país machista, pero es cosa de darle vuelta a nuestros hablares y actuaciones cotidianas para ver qué no es así. Lo mismo sucede cuando revisamos ciertas obras literarias. Leí Hasta ya no ir y otros textos de Beatriz García-Huidobro y queda una sensación muy amarga. Se trata de cuatro relatos, encabezados por el ya conocido “Hasta ya no ir” publicado originalmente en 1996. En estos cuatro textos las figuras protagónicas son mujeres, y jóvenes, la mayor parte niñas, rodeadas de mujeres mayores, cuyas vidas claramente no son plenas. Cada respiro, cada intento de escapar, de salir del encierro –literal y cultural, por cierto-, acaba en alguna clase de castigo: vejaciones, muertes o automutilaciones. En el mejor de los casos, simplemente alejarse, sin expectativas ni finales felices.
Las historias de García-Huidobro no son panfletarias, pero sí dan cuenta del lado amargo de ser mujer: sus mujeres están rotas. En “Fatiga de material” la madre se va descomponiendo producto de un tumor cerebral. En su locura, la madre ansía el mar, las olas. “Necesito irme de vuelta al mar” es todo lo que desea esta mujer que mientras todavía se ve hermosa –aunque no entienda nada de lo que sucede en su entorno- es violada cada noche por su marido. Al final, una se pregunta si lo que la descompuso es el tumor, o si no es más que una metáfora. La figura está en el mar: los cuatro relatos apelan al mar. “Me gusta, quiero conocer el mar” (19), dice la niña del primer relato, pero nunca se cumple. En “Marea”, la niña sueña con bañarse en el mar, pero su abuela se lo prohíbe. La madre enferma se debe contentar con ver el mar en un video, e incluso en el último texto, “Jardín japonés”, la cocina “tiene olor a mar. A peces y algas, a agua estancada y a la sal” (148). El mar, libre en su movimiento, ondulante, a veces calmo, y otras veces intenso y rompiente en grandes olas sobre la arena, no es alcanzado. Más bien estas mujeres son mares contenidos por los molos de abrigo.
Hasta ya no ir y otros textos se instala en la intimidad de estas niñas y mujeres, dando cuenta de episodios terribles, pero sin caer en melodramas. Por el contrario, a veces la prosa pareciera alejarse. Pero tiene sentido, porque son las mismas protagonistas las que cuentan sus historias: la única manera de hacerlo, parece ser distanciarse un poco. En ese proceso, parecieran mayores, experimentadas, o tal vez, agotadas.
García-Huidobro, Beatriz. Hasta ya no ir y otros textos. Santiago: Lom Ediciones, 2013.
Esta reseña apareció originalmente en el sitio web del Diario Publimetro, donde tengo una columna de libros semanal.