Me encanta la poesía. A veces me gusta que sea –al menos en apariencia tan clara como el agua. Otras, que su significado sea oscuro. Porque las palabras elegidas, las combinaciones, las imágenes, las rimas –o sus ausencias-, los ritmos, las figuras en general, convierten la lectura de un poema en un placer. Por eso cuando alguien me comenta que le da miedo aproximarse a la poesía, lo mejor es simplemente disfrutarla, después de todo, no tenemos por qué lanzarnos a analizarla, si eso no es parte de nuestro trabajo, claro.
Cuando era niña mi papá tenía anotados unos poemas de Alfred Tennyson. Estaban en inglés, por lo cual no era fácil leerlos, sin contar además que es del siglo XIX. Pero me encantaba el sonido de las palabras.
Estas impresiones y recuerdos acerca de la poesía, surgen de la lectura que he hecho en las últimas semanas del libro Un país mental. 100 poemas chinos contemporáneos (LOM Ediciones). Se trata de una recopilación del trabajo de veinte poemas chinos, realizado por Miguel Ángel Petrecca, quien, además, traduce los textos al español. Me he tomado mi tiempo, porque no hay que apurar la poesía, si se lee de corrido, claro que –a veces- puede resultar rápida de leer, pero hay algo que se pierde en esa acción. Yo prefiero leerla con atención, dar vueltas en torno a ella, retroceder en la lectura también.
Una de las interrogantes que me plantea el texto, es lo que se diluye en la traducción. Pasa ya entre el inglés y el español, debido a que varía la gramática, el sonido e incluso el largo de las palabras. Y me pregunto de qué tamaño será esa pérdida cuando se trata de poemas en chino. Al menos para mí, la distancia es insalvable. Eso no impide la aproximación a los textos, pero sí es como un fantasma que da vueltas.
Dejando atrás las preguntas, es interesante leer a autores contemporáneos. A veces pareciera existir una suerte de estereotipo con respecto a países como China, como si todas sus obras fueran textos del pasado. Pareciera que nos cuesta llegar a lo actual si es que no proviene de Hollywood. Otro punto de interés ha sido la variedad. Me gusta que no haya obviado a las mujeres en la lista, y también que nos encontremos con poemas cortos, poemas largos, prosas poéticas, puntos de unión cultural, y textos que sorprenden por lo que relatan, poemas muy densos y otros anclados en lo cotidiano, que siempre han sido de mi predilección.
Uno de los poemas que destaco es “Atardecer” de la poeta Lan Lan. Sus últimos dos versos resuenan: “Freno de a poco mis pasos-para escuchar / el silencio de la tierra bajo mis pies”.