Presentación de Machetazos y algunas digresiones

Las copias de Machetazos en la librería

Las copias de Machetazos en la librería

No suelo ir a lanzamientos de libros. Tiene que ver con el horario, en general interfieren con la hora de levar a mi hijo a la cama, lo que es, por supuesto, todo un ritual: ponerse piyama, ir al baño, lavarse los dientes, acostarse, leer un cuento y apagar la luz a las 9 de la noche. Como comprenderán, eso no toma cinco minutos. Las presentaciones de libros podrían ser en la mañana. Pero el pasado 31 de octubre fue Halloween. Habíamos salido a buscar dulces con Tony disfrazado de Luke Skywalker y vi que habría una presentación del libro Machetazos a las 21 horas en la librería Qué Leo de Ñuñoa. Así que partimos los tres: Tony, mi esposo y yo.

La presentación fue una conversación más bien informal entre el dueño de casa Gonzalo Maza y dos de los autores del libro: María José Viera-Gallo y Francisco Ortega. Machetazos (Ediciones B) es un libro que reúne las historias de terror de Viera-Gallo y Ortega, además de Álvaro Bisama, Pablo Illanes y Felipe Ossandón. Según contaron, la idea del libro fue de Patricio Jara, quien convocó a los autores con un pie forzado: que las historias de terror no se basaran en lo sobrenatural, así que nada de fantasmas o monstruos o, al menos, no de esos monstruos a los que las fábulas han acostumbrado a nuestra imaginación, sino de esos monstruos que dan más miedo: seres humanos capaces de cometer las acciones más horrorosas. Entre las historias, hay una ficcionalización en torno al asesinato del sacerdote Faustino Gazziero por Rodrigo Orias en la Catedral de Santiago; y en otra, una nieta descubre que su abuela fue torturadora de la Dina.

Dos de los autores: María José Viera-Galo y Francisco Ortega.

Dos de los autores: María José Viera-Galo y Francisco Ortega.

Como decían los autores, no es de extrañar que a 40 años del golpe de Estado de 1973 aparezca un libro como este, en que la ficción nos ayuda a lidiar con aquellos temas que parecen demasiado terribles de resolver de otra manera. Adorno se preguntaba cómo era posible escribir poesía después de los campos de exterminio de los nazis y Sartre en la obligación de escribir. La manera en que se haga la hallará cada quien: ¿cuentos de terror? ¿Por qué no? Como dijo María José Viera-Gallo en la presentación lo sobrenatural –lo imaginario- nos sirve para entender el mundo en que vivimos; por algo la tradición de los cuentos y las fábulas.

Donald Sutherland en No mires ahora, de Nicholas Roeg.

Donald Sutherland en No mires ahora, de Nicholas Roeg.

En cuanto al terror, ahí hay otro asunto. Los autores confesaban una suerte de gusto por asustarse. Y recordaron algunos clásicos, en general películas. Una de las mencionadas fue uno de los mayores temores que tuve cuando niña y, de hecho, hasta hoy, me da terror pensar en la niña de impermeable rojo a punto de voltearse. Es una de las escenas de No mires ahora, una película protagonizada por Donald Sutherland y Julie Christie. La película dirigida por Nicholas Roeg está basada en una historia de Daphne Du Maurier, quien también está detrás de Los pájaros de Hitchcock. Así que ahora buscaré la historia original para leerla. El filme ocurre en Venecia a donde la pareja formada por Christie y Sutherland viaja después de la muerte de una hija. Extrañamente el día de la presentación, mi hijo Tony insistió en que compráramos Olivia en Venecia, que hemos venido leyendo todos los días. Y en otra sincronía, la película está programada en el canal Europa Europa, aunque con el estúpido título de Venecia Rojo Shocking. Sutherland me daba un poco de miedo cuando niña, aunque creo que el culpable es Los profanadores de cuerpos, no logro quitarme de la cabeza la escena en que Veronica Cartwright se acerca a él solo para descubrir que él ya se ha convertido y la mira con una mezcla de odio/horror/asco, la indica con el dedo y grita. Un recuerdo terrorífico para terminar la nota.