Violeta Parra

Violeta Parra

Violeta Parra

Son complicadas las discusiones, porque cuando los argumentos comienzan a tambalearse, se pueden terminar diciendo muchas cosas. Una vez lanzadas, no hay forma de borrarlas, he ahí por qué eso de que las palabras hieren, y tantas veces como se las recuerde. Por eso me quedó dando vueltas el hecho de que se utilizara a Violeta Parra como un ejemplo de artista que cometió errores porque no tenía preparación. Eso me ha molestado todo el día. Cuando niña adoraba –y todavía lo hago- La Jardinera. ¿Acaso no es una canción perfecta?

En el último tiempo, además, la he estudiado, especialmente sus Décimas. Este texto autobiográfico es la muestra de un artista profunda y preparada. ¿No estudió música en el Conservatorio? Qué importa, probablemente no hubiera sido un aporte a sus composiciones: frutos de su experiencia, de lo que aprendió por ella misma –tocaba guitarra desde pequeña-, de su trabajo de recopilación de material folklórico a lo largo del país. En cuanto a las Décimas, ella hace uso de esta forma, llamada décima espinela octosilábica, es decir, manejaba esta forma tradicional española, que proviene de Vicente Espinel, poeta del siglo XVI.

Mi intención aquí no es realizar una explicación acerca de qué es la décima espinela, solo plantearlo como muestra de que Violeta Parra era una artista preparada, a pesar de no tener estudios formales; su música no era la consecuencia de lo fortuito, ella sabía e intuía. Por lo demás, su poesía y su música son hermosas, a veces apasionadas, otras desgarradoras, tristes, divertidas, críticas. Y no se contentó con eso, sino que exploró otras formas de arte, como los tapices.

Marisol García dice en su texto “Violeta Parra: cartas perentorias”, doce sobre ella: “Hablamos de una mujer sin estudios académicos ni preparación artística formal, que se autoimpuso una tarea que nadie le encargó y que trabajó siempre a contracorriente de los círculos entonces supuestamente abocados a la difusión folclórica chilena. Una mujer que captó con rapidez lo que debía hacer, y que se ocupó en hacerlo con la máxima celeridad, cuando la adultez, los hijos y la pobreza parecían estupendas excusas para desistir. No hubo más de 14 años entre la primera composición propia de Violeta Parra y su muerte. Entremedio, una obra incalculable de gloria universal: discos, arpilleras, poesías, pinturas, esculturas, estudios”.

En vez de finalizar con esa cita de García, mejor un texto de la propia Violeta, “Mas van pasando los años” de su Décima. Autobiografía en verso:

Mas van pasando los años,
las cosas son muy distintas:
lo que fue vino, hoy es tinta;
lo que fue piel hoy es paño;
lo que fue cierto, hoy engaño,
todo es penuria y quebranto,
de las leyes de hoy me espanto;
lo paso muy confundida
y es grande torpeza mida
buscar alivio en mi canto.

Han visto la mantequilla,
dicen de que’s vegetal,
y que de leche animal
fabrican la mostacilla.
Las líneas de las chiquillas,
desmáyese el más sereno,
que lo que miran por seno
no es nada más que nilón.
Pregunto con emoción:
¿Quién trajo tanto veneno?

En este mundo moderno
qué sabe el pobre de queso,
caldo de papa sin hueso.
Menos sabe lo que es terno;
por casa, callampa, infierno
de lata y ladrillos viejos.
¿Cómo le aguanta el pellejo?,
eso sí que no lo sé.
Pero bien sé que el burgués
se pit´al pobre verdejo.

Yo no protesto por migo,
porque soy muy poca cosa,
reclamo porque a la fosa
van las penas del mendigo.
A Dios pongo por testigo
que no me deje mentir,
no me hace falta salir
un metro fuera’ e la casa
pa’ ver lo que aquí nos pasa
y el dolor que es el vivir.

Dispénsenme las chiquillas
si m’ he salido del tema,
es qu’ esta verdad me quema
el alma y la pajarilla.
Quemá’ está la sopaipilla;
p’al pobre ya no hay razones;
hay costra en los corazones
y horchata en las venas ricas,
y claro, esto a mí me pica
igual que los sabañones.