Una mujer fenomenal

Una de las páginas interiores del libro con la primera estrofa de Phenomenal Woman

Una de las páginas interiores del libro con la primera estrofa de Phenomenal Woman

El 28 de mayo murió Maya Angelou. No la había leído, aunque por supuesto sabía de ella, escritora, poeta, activista. Así que busqué en la biblioteca de la universidad qué había disponible y me encontré con dos títulos, ambos en inglés; los pedí los dos. Uno de ellos es su primer libro: I know why the caged bird sings. Es una autobiografía; a lo largo de su vida escribiría otros seis textos autobiográficos. Todavía no lo he leído, pero sí me encanta la sonoridad del título. Además, investigando más al respecto, di con un artículo escrito por su editora inglesa, quien recuerda cuando publicaron I know… en Inglaterra y la impresionante entrevista que dio Maya después: “Fue una entrevista conmovedora, audaz, y Maya habló de la parte del libro donde es violada a los ocho años y cómo ella quedó muda hasta que la literatura la persuadió de regreso al habla” (Lennie Goodings en The Guardian). Sabiendo eso, me doy cuenta de que la lectura debe ser tranquila, no apurada, por lo cual me tomaré mi tiempo.

El segundo texto que saqué es Phenomenal woman, un pequeño y hermoso libro. Es pequeño de formato, pero también porque contiene tan solo cuatro poemas, cuyo punto de unión es la “celebración de la mujer”; lo entrecomillo porque así dice el subtítulo: Four poems celebrating women. Como objeto es delicadísimo: la tapa tiene grabadas en cuño seco las iniciales de la autora y, bajo ellas, un diseño de grecas que se repite en las páginas interiores, aunque esta vez impresas. Tanto el papel de la edición como la tipografía escogida son especiales; el papel es texturado y de alto gramaje y la fuente se llama Bembo, que tiene su origen en una tipografía de finales del siglo XV. Me gusta el cuidado puesto en la edición, porque el contenido, esos cuatro poemas, son impresionantes.

El poemario comienza con “Phenomenal woman” e incluye también: “Still I rise”, “Weekend glory” y “Our grandmothers”. Son poemas íntimos, personales, con un yo poético orgulloso de ser la mujer que es, de sus ancestros y que tiene una conciencia clarísima del pasado terrible, de esclavitud y violencia, del que surgió. Pero se trata, asimismo, de un pasado que no pudo con ella:

Leaving behind nights of terror and fear

I rise

Into a daybreak that’s wondrously clear

I rise

Bringing the gifts that my ancestors gave,

I am the dream and the hope of the slave.

I rise

I rise

I rise (9).

La voz lírica de estos poemas habla desde su propia experiencia; es un yo que habla, además, por las otras mujeres que han compartido su historia. En el último poema, el yo se transforma en un ella, por cuanto nos presentará directamente a los ancestros de los que ha venido hablando en los versos previos: las abuelas. Las historias son más que conmovedoras, remecen, en especial porque no vienen edulcoradas. La hablante no vacila cuando habla de esas mujeres abusadas y esclavizadas en las plantaciones del sur de Estados Unidos ni cuando habla de las pocas opciones que deja la pobreza o cuando nombra los crueles términos con los que se las quiere vejar no solo físicamente, sino espiritualmente.

Y sin embargo, estos poemas son efectivamente una celebración de estas mujeres fenomenales, que, a pesar de todo, permanecen de pie, orgullosas, abiertas al futuro y la esperanza. En ese sentido, el ritmo musical, las rimas consonantes, hacen que los versos vibren, que fluyan, llenos de vida. El texto que le da nombre al poemario habla desde el yo, cuatro estrofas en que la hablante explica dónde radica su secreto, qué la hace fenomenal. En cada estrofa repite un mismo modelo: la gente, los hombres, las mujeres, se preguntan qué la hace especial. Luego ella enumera esas cualidades para terminar reafirmando que es una mujer fenomenal. A continuación, un extracto:

I say,

It’s the fire in my eyes,

And the flash of my teeth,

The swing in my waist,

And the joy in my feet,

I’m a woman

Phenomenal woman,

That’s me (4).

Y aunque son experiencias tan precisas de un grupo social y racial, Maya Angelou apela también a un grupo genérico, a las mujeres, a una hermandad. Sus versos invitan, suman y una se siente reflejada, si no en la experiencia real, sí en la fuerza de espíritu de la que rebosa.

Bruma de María Inés Zaldívar: cantos cotidianos

Bruma_maria_ines_zaldivar_500“Me enamora la manera / cómo partes el limón” (13), son los dos primeros versos del poemario Bruma de María Inés Zaldívar. Ese inicio muestra el tono de los poemas: por un lado apelan al amor y, por otro, están envueltos en una cotidianidad que es hermosa. Es en el día a día cuando experimentamos, sentimos; el amor entonces se vive en lo cotidiano, y eso es lo que encontramos en Bruma.

Están los recuerdos de unas “grandes manos / deslizándose por el teclado” (41), el canto de una noche de insomnio en que la hablante “da una vuelta en la cama, da dos” (25), y otra imagen del pasado, en que el amado es recordado comiendo tostadas crujientes con mantequilla y tomando un café negro. Cuando escribo, ya sea sobre literatura en la universidad o en esta columna, o cuando me dedico a mi blog, el componente cotidiano se me hace ineludible, porque en lo pequeño y lo íntimo se juega la vida y también la poesía, la que ¿acaso no nos ilumina acerca de nuestra propia existencia? Pienso en cuando tenía en mis manos Bruma y la leía sentada sobre mi cama, mientras mi hijo jugaba con sus autos a mi lado, y cómo la escena familiar y los versos han quedado entrelazados. Parafraseando el texto de María Inés, llego a la conclusión de que el amor se derrite tal como la mantequilla en las tostadas calientes, cubriendo cada aspecto, cada rincón, cada escondite de la vida.

El poemario se centra también en un personaje sobre el cual siempre doy vueltas, Penélope. La conocemos como aquella que teje y espera pacientemente el regreso de su esposo Ulises. La poeta toma a Penélope y la ubica en nuestros espacios cotidianos, incluso tratando de comprar un labial agotado. Al mismo tiempo instala una discusión: ¿cómo debe ser la espera de Penélope? Creo que la respuesta siempre debe ser la misma: como Penélope decida.

En estos poemas se ama esperando, se ama recordando, y también siguiendo adelante Por eso hay tanta vida en los versos, se siente el crujir de las tostadas, se saborea el café, se siente una espalda junto a mi espalda. Asimismo, la predilección por la brevedad en los textos, muchos de los cuales hacen pensar en haikus japoneses, contribuye al tono cercano e íntimo que logra el poemario.

Zaldívar, María Inés. Bruma. Santiago: Lolita Editores, 2012.

Esta reseña apareció originalmente en el sitio web del Diario Publimetro, donde tengo una columna de libros semanal.