Estas últimas semanas, hemos tenido algunas actividades relativas al otoño. Yo ya había estado enseñándole a Tony las estaciones con un libro que muestra cómo cambia nuestro entorno con el paso de las estaciones. Semanas después, Tony me anunció con tono ceremonioso, muy serio, y pidiendo que lo mirara: “Mamá, se acabó el verano”. Lo volvió a repetir días después, estaba vez anunciando muy seguro que estábamos en otoño; incluso cantó una canción sobre las hojas de los árboles que caen al suelo, y que no he logrado que vuelva a entonar.
En el jardín al que va celebraron el otoño con una fiesta y como estaba tan animado con la idea, trajimos la celebración a casa, haciendo una corona con hojas caídas y rafia y colgándola de la puerta de entrada de nuestro departamento.
Me gusta el otoño, las hojas amarillentas y cómo cubren el suelo. ¿Acaso hay algo mejor que sentir el crujir de las hojas bajo los pies cuando una va caminando? ¿O ver cómo las hojas caen como lluvia cuando las arrebata de los árboles una ráfaga fuerte e inesperada?
Antes de que Tony estuviera con nosotros, compramos un libro que se llama Windy Day, con poemas y cuentos referidos al viento. Uno muy sencillo y breve, de Paul Walker, titulado “Leaves”, dice lo siguiente:
The leaves fall
Like big pennies,
And the sidewalk catches them.